martes, 9 de diciembre de 2014

Cuando echas de menos España y recurres a.....

Siempre me acuerdo de España, todos los días, mi familia, amigos, la comida, el clima, la gente....todo. Y hay días que lo echo más de menos que otros. Esos días recurres a cosas como tumbarte en el sofá con un té a ver una película de antena 3. Sí, una de esas películas que echan los fines de semana por la tarde después de comer y que enganchan con otra y con otra hasta las 9 de la noche. Cuya temática suele ser esposo que engaña a esposa y ésta se toma la justicia por su cuenta y lo envenena hasta matarlo, guaperas soltero que conoce a chica explosiva que está muy dolida por la muerte de su anterior novio en un trágico accidente de tráfico y la enamora, se casan, tienen hijos y muchísimo éxito en la vida,  adolescente que sufre acoso escolar y ni sus padres ni profesores se enteran hasta que cae en la anorexia, niño que dejó de hablar cuando perdió a su padre pero que vuelve a sonreír cuando recibe un cachorro por navidad....
Ese tipo de películas con un guión pésimo y un doblaje aún peor pero que sin embargo me transportan al salón de mi casa con mi madre, unas mantas y el mantel de la mesa todavía puesto.

¿Quién no ha visto alguna vez una de esas películas un domingo lluvioso por la tarde después de comer? Además comienzan justo después de las noticias y basta que veas un par de minutos para caer atrapado en sus escenas y una vez eso sucede, ya no puedes huir del salón hasta que acabe....o hasta que te duermas. Esa es otra de las posibilidades, caer dormido en una magnífica siesta junto con todos los miembros de tu familia (hasta el perro duerme) y despertarse más tarde con el horrible volumen de los anuncios Porque todos sabemos que en cuanto llegan los anuncios buscamos como locos el mando de la televisión que ha quedado sepultado entre cojines y mantas para bajar el volumen. Porque sí, cuando la publicidad llega misteriosamente el volumen de tu televisor se ha triplicado. Y una vez acaba la publicidad corres de nuevo a buscar el mando (por supuesto con la ley del mínimo esfuerzo: "mira a ver si tienes el mando debajo de ti, pero no hace falta que te levantes") porque la película ya no se escucha.

Pero lo cierto es que esas siestas nunca son profundas, porque en el caso de que llegue algún osado (ejemplo: hermano) y tenga intenciones de cambiar de canal, te despertarás y dirás con un intento de voz serena: 
- ¡¡no cambies!! que estoy viendo la película.
- ¡pero si estás dormida!
- ¡no!, sólo he cerrado los ojos durante los anuncios

Y así es, porque estas películas para mentes privilegiadas se pueden seguir aunque te pierdas más de 40 minutos.

Como echo de menos esas tardes....que aunque intentes imitar aquí sólo puedes conseguir el ambiente del clima lluvioso.


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